se mudó a la provincia
de marzo
para verse marchitar otoñero y flaco
se acomodaba cada tarde
en el banco
de la plaza
veía a los niños
que no habían aprendido
a mentir
y sin embargo jugaban
y sus bocas escupían carcajadas
como si eso
tuviera sentido
él sentado cerraba los ojos
la madera del banco
empezaba a dolerle
cerraba los ojos
y sabía que ahora
o más tarde
que en cualquier momento
todo se suspendería
como si un dios (el tuyo)
apretase pause
y la película siguiese
sólo para el banco y él mismo
mirándose marchitar
con los ojos cerrados
despacito se desgaja un dedo
que oscila un instante
y luego el viento lo secuestra
ahora es una oreja
que como un pétalo
caído
le cuelga del costado de la cara
la ropa se descuerpa
la corbata le reza
a san desatanudos
los tobillos se le fugan
caracolamente
se desuña
se despela
se desmiente
y en un grito afónico
huyen sus cuerdas vocales
alguien pone play
toma no sé cuánto
acción
y él está desparramado.
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